Grupo de Atención a la Infancia y el Desarrollo en Extremadura

TRASTORNO DEL ESPECTRO DEL AUTISMO (TEA): DEFINICIÓN, DETECCIÓN Y DIAGNÓSTICO ACTUAL

El Trastorno del Espectro del Autismo (TEA) es un conjunto de alteraciones del neurodesarrollo que se manifiestan de diferente manera en cada persona. Algunos expertos (y familias) prefieren hablar de “trastornos” por esa variabilidad en la forma de manifestarse, y nos referimos al “espectro” debido a la heterogeneidad en los grados existentes de los diferentes síntomas, se trata de describirlo como un continuo en el que cada persona se mueve en función de la severidad de sus síntomas. Sin embargo, todas las personas con TEA comparten unas características que forman parte de lo que conocemos como “autismo”.

Las personas con TEA presentan alteraciones desde la infancia en la comunicación y la interacción social y patrones repetitivos y restringidos de conductas, intereses y actividades. Algunas personas con TEA carecen de lenguaje verbal pero muchas otras presentan buenas habilidades lingüísticas con un lenguaje bien estructurado y fluido, sin embargo, tienen dificultades en su uso, en la pragmática del lenguaje, y en su reciprocidad. En cuanto a la interacción social, algunas personas con TEA no muestran mucho interés en relacionarse con los demás pero quienes sí lo tienen presentan importantes dificultades en la forma de hacerlo, pudiendo resultar extraña.

Por último, podemos observar intereses restringidos, almacenando en algunos casos muchísima información sobre aquello que les gusta, así como conductas repetitivas o importantes dificultades para asimilar los cambios en el entorno (en algunos casos estos cambios son casi imperceptibles), viéndose alterada su conducta.

Además, en el DSM-V se reconoce la hipo o hiper-reactividad a determinados estímulos sensoriales o los intereses sensoriales inusuales en elementos del entorno y se especifica la presencia o no de discapacidad intelectual, esto es, existen personas con TEA con un cociente intelectual (CI) que se encuentra dentro de la media, con discapacidad intelectual o con un CI superior a la media poblacional.

Este conjunto de síntomas y la multitud de formas de manifestarse unido a las diferencias individuales hacen del diagnóstico una compleja tarea. Es necesario utilizar instrumentos de detección y evaluación específicos para los TEA pero, además, debemos utilizar instrumentos que evalúen la capacidad intelectual, las habilidades adaptativas y las características de la comunicación y el lenguaje, sin olvidar el diagnóstico diferencial. Con todos los resultados obtenidos sumados a los conocimientos del profesional correspondiente se obtienen una serie de conclusiones y se emite un juicio clínico (diagnóstico).

Es importante continuar trabajando para poder hacer esta detección y diagnóstico lo más tempranamente posible facilitando así una intervención también temprana a los/as niños/as que presenten TEA o indicadores del mismo. Para ello, el primer paso es conocer las señales de alarma en el desarrollo y, si las sospechas continúan, contactar con un profesional que inicie la evaluación.

Señales de alarma según la Guía de Práctica Clínica para el manejo de pacientes con Trastorno del Espectro del Autismo en atención primaria del Sistema Nacional de Salud:

Nota: En cualquier edad se pueden presentar los signos establecidos en las etapas previas. Estos factores de forma aislada no indican TEA. Deben alertar a los profesionales del riesgo de TEA, de forma que la derivación dependerá de la situación en su conjunto. Tampoco pueden interpretarse desde el punto de vista evolutivo del TEA, sino como posibles signos que podemos encontrarnos en niños evaluados en las edades referenciadas.

Antes de los 12 meses

- poca frecuencia del uso de la mirada dirigida a personas.

- no muestra anticipación cuando va a ser cogido.

- falta de interés en juegos interactivos simples como el “cucu-tras” o el “toma y daca”.

- falta de sonrisa social.

- falta de ansiedad ante los extraños sobre los 9 meses.

Después de los 12 meses.

- menor contacto ocular.

- no responde a su nombre.

- no señala para “pedir algo”(protoimperativo).

- no muestra objetos.

- respuesta inusual ante estímulos auditivos.

- falta de interés en juegos interactivos simples como el “cucu-tras” o el “toma y daca”.

- no mira hacia donde otros señalan.

- ausencia de imitación espontánea.

- ausencia de balbuceo social/comunicativo como si conversara con el adulto.

Entre los 18-24 meses

- no señala con el dedo para “compartir un interés” (protodeclarativo).

- dificultades para seguir la mirada del adulto.

- no mirar hacia donde otros señalan.

- retraso en el desarrollo del lenguaje comprensivo y/o expresivo.

- falta de juego funcional con juguetes o presencia de formas repetitivas de juego con bjetos (ej. Alinear, abrir y cerrar, encender y apagar, etc).

- ausencia de juego simbólico.

- falta de interés en otros niños o hermanos.

- no suele mostrar objetos.

- no responde cuando se le llama.

- no imita ni repite gestos o acciones que otros hacer (ej. Muecas, aplaudir).

- pocas expresiones para compartir afecto positivo.

- antes usaba palabras pero ahora no (regresión en el lenguaje).

A partir de los 36 meses

Comunicación

- ausencia o retraso en el lenguaje o déficit en el desarrollo del lenguaje no compensado por otros modos de comunicación.

- uso estereotipado o repetitivo del lenguaje como ecolalia o referirse a sí mismo en 2ª o 3ª persona.

- entonación anormal.

- pobre respuesta a su nombre.

- déficit en el comunicación no verbal (ej. No señalar y dificultad para compartir un “foco de atención” con la mirada).

- fracaso en la sonrisa social para compartir placer y responder a la sonrisa de los otros.

- consigue cosas por sí mismo, sin pedirlas.

- antes usaba palabras pero ahora no.

- ausencia de juegos de representación o imitación social variados y apropiados al nivel de desarrollo.

Alteraciones sociales

- imitación limitada (ej. Aplaudir) o ausencia de acciones con juguetes o con otros objetos.

- no “muestra” objetos a los demás.

- falta de interés o acercamientos extraños a los niños de su edad.

- escaso reconocimiento o respuesta a la felicidad o tristeza de otras personas.

- no se une a otros en juegos de imaginación compartidos.

- fracaso a la hora de iniciar juegos simples con otros o participar en juegos sociales sencillos.

- preferencia por actividades solitarias.

- relaciones extrañas con adultos desde una excesiva intensidad a una llamativa indiferencia.

- escasa utilización social de la mirada.

Alteraciones de los intereses, actividades y conductas

- insistencia en rutinas y/o resistencia a los cambios en situaciones poco estructurada.

- juegos repetitivos con juguetes (ej. Alinear objetos, encender y apagar luces, etc).

- apego inusual a algún juguete u objeto que siempre lleva consigo que interfiere en su vida cotidiana.

- hipersensibilidad a los sonidos, al tacto y ciertas texturas.

- respuesta inusual al dolor.

- respuesta inusual ante estímulos sensoriales (auditivos, olfativos, visuales, táctiles y del gusto).

- patrones posturales extraños como andar de puntillas.

- estereotipias o manierismos motores.

Detección a partir de los 5 años*

Alteraciones de la comunicación

- desarrollo deficiente del lenguaje, que incluye mutismo, entonación rara o inapropiada, ecolalia, vocabulario inusual para su edad o grupo social.

- en los caso en que no hay deficiencias en el desarrollo del lenguaje existe uso limitado del lenguaje para comunicarse y tendencia a hablar espontáneamente sólo sobre temas específicos de su interés (lenguaje fluido pero poco adecuado al contexto).

Alteraciones sociales

- dificultad para unirse al juego de los otros niños o intentos inapropiados de jugar conjuntamente.

- limitada habilidad para apreciar las normas culturales (en el vestir, estilo del habla, intereses, etc).

- los estímulos sociales le producen confusión o desagrado.

- relación con adultos inapropiada (demasiado intensa o inexistente).

- muestra reacciones extremas ante la invasión de su espacio personal o mental (resistencia intensa cuando se le presiona con consignas distintas a su foco de interés).

Limitación de intereses, actividades y conductas

- ausencia de flexibilidad y juego imaginativo cooperativo, aunque suela crear solo/a ciertos escenarios imaginarios (copiados de los vídeos o dibujos animados).

- dificultad de organización en espacios poco estructurados.

- falta de habilidad para desenvolverse en los cambios o situaciones poco estructuradas, incluso en aquellas en las que los niños disfrutan como excursiones del colegio, cuando falta una profesora, etc.

- acumula datos sobre ciertos temas de su interés de forma restrictiva y estereotipada.

Otros rasgos

- perfil inusual de habilidades y puntos débiles (por ejemplo, habilidades sociales y motoras escasamente desarrolladas, torpeza motora gruesa).

- el conocimiento general, la lectura o el vocabulario pueden estar por encima de la edad cronológica o mental).

- cualquier historia significativa de pérdida de habilidades.

- ciertas áreas de conocimientos pueden estar especialmente desarrolladas, mostrando habilidades sorprendentes en áreas como matemáticas, mecánica, música, pintura, escultura.

* Las señales de alarma a partir de los 5 años de edad están más orientadas a aquellos casos que han podido pasar desapercibidos en evaluaciones anteriores por ser cuadros de TEA con menos afectación como el caso del Asperger.  

Nota: en el DSM-V, última edición del Manual diagnóstico y estadístico de trastornos mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría publicado, no se diferencia el Síndrome de Asperger del TEA, pasando a formar parte de esta categoría.

GAIDE psicología.