TRASTORNO ESPECÍFICO DEL LENGUAJE
El Trastorno Específico del Lenguaje (TEL) se enmarca dentro de los llamados Trastornos del neurodesarrollo y, a su vez, dentro de los Trastornos de la comunicación en el manual diagnóstico de referencia a nivel internacional DSM-V. En esta última versión, de hecho, el TEL pierde su definición de “específico” pasando a denominarse Trastorno del lenguaje debido a la descripción de diferentes “tipos” de TEL, aunque muchos expertos, profesionales y familias continúan usando el término TEL destacando la especificidad de las dificultades en el lenguaje.
El TEL es un trastorno que afecta a la adquisición y desarrollo del lenguaje, persistente, y que no se explica por otras alteraciones como discapacidad intelectual, problema motor, déficit sensorial o daño cerebral. Este trastorno afecta a uno o varios componentes del lenguaje (fonológico, semántico, morfosintáctico, pragmático) y permanece a lo largo de la vida de la persona pudiendo, sin un diagnóstico y atención tempranos, afectar gravemente a quien lo presenta en su adolescencia y vida adulta.
La manifestación del TEL puede variar mucho de unas personas a otras, encontrándose diferentes afectaciones a nivel expresivo y comprensivo, así, algunos niños/as con TEL no tienen lenguaje verbal o solamente emiten algunas palabras mientras que otros presentan un lenguaje expresivo variado que puede camuflar sus dificultades en la compresión.
En cuanto a la prevalencia, los últimos estudios indican que entre el 2 y el 7% de los escolares presentan este trastorno, aunque las dificultades en su diagnóstico hacen sospechar que existan muchos casos desconocidos. En cuanto al origen, es un trastorno con un importante componente genético.
Aunque el eje principal de las dificultades de las personas con TEL se encuentra en el área de la comunicación, es frecuente que, como consecuencia (secundario) de estas dificultades, nos encontremos con niños/as que presenten además importantes problemas sociales, conductuales o de aprendizaje que con una intervención adecuada mejoran significativamente.
En este caso también es fundamental la detección temprana y posterior intervención para una mejor evolución general del niño/a con TEL y del área del lenguaje en concreto. El diagnóstico llega habitualmente a los 5 años de edad, siendo necesario adelantarlo a los 2-3 años para aumentar la eficacia del tratamiento, para lo que es imprescindible aumentar el conocimiento por parte de los profesionales sobre el TEL y una actuación preventiva más “arriesgada” evitando el tan común “ya hablará” que se encuentran las familias en los primeros pasos hacia el diagnóstico.
GAIDE psicología.